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Metafísica y suicidio: Filosofía para el día mundial de la prevención del suicidio

Diego Lovera

Metafísica y suicidio
Imágenes por Fernanda Muraira

La muerte como destino autoimpuesto es una realidad casi invisible. En la mesa, como suele decirse, no se habla de religión, política, ni fútbol; pero la muerte, y en especial la muerte por suicidio, está tan lejos de poder ser tratada que ni siquiera se incluye dentro de las curiosas prohibiciones de las cenas mexicanas: reside en la negación. Además de folletos que dan algunas instrucciones sobre cómo prevenir el suicidio e investigaciones estadísticas, no abunda la información en torno a él. Tampoco se habla de un suicida como se habla de un familiar que ha muerto en un accidente o de alguna enfermedad; el estigma es tal que a menudo los familiares del fallecido suelen mentir sobre lo sucedido y quien está pensando en suicidarse no siempre lo habla con alguien. Así, el próximo suicida planea su muerte sin que nadie lo imagine y el suicida anterior, según se enteraron los amigos y conocidos, murió de un infarto. 


En la búsqueda por dar algo de visibilidad al problema, hoy 10 de septiembre, que es el día mundial para la prevención del suicidio, he preparado este articulo con dos líneas fundamentales: una de carácter informativo y otra, filosófica. Con la primera sección quisiera mostrar la magnitud del problema e introducir a los lectores a una de las herramientas que el gobierno Mexicano creó para tratar de  prevenir el suicidio. En la última sección propongo a la metafísica como una lente para observar desde nuevas perspectivas el problema del suicidio.

 

El suicidio en México 

La información estadística, a mi parecer, muestra la importancia del problema a través de una imagen panorámica de la realidad. Nos enseña la magnitud del problema y puede motivarnos a hacer algo tan simple como hablar de ello. No tendría sentido hablar de suicidio si este no existiera, no fuera un riesgo real o sucediera tan poco que ni siquiera lo notáramos. Pero sucede; según la Organización Mundial de la Salud (OMS) más de 700,000 personas mueren por suicidio en el mundo cada año y por cada una de esas muertes hay muchos más intentos de suicidio. Se trata de un problema grave a nivel mundial. 


En algunas partes del mundo su incidencia ha descendido, pero en el continente americano ha ido en aumento. Según datos del INEGI en México, en 2022 el suicidio estuvo dentro de las diez principales causas de muerte a nivel nacional en los grupos de edad de 10 a 14 años; 25 a 34 años y 35 a 44 años de edad respectivamente; el grupo de edad con mayor numero de víctimas de suicidio fue el de 15 a 24 años con un total de 2002 suicidios consumados. El panorama es devastador y, por si fuera poco, el IMSS estima que por cada suicidio, hay al menos veinte intentos de suicidio no letales. 


Organizaciones y gobiernos del mundo realizan esfuerzos para reducir la incidencia de este problema. Diversas instituciones del gobierno Mexicano, entre ellas la Secretaría de Salud (SSA), han puesto a disposición de la población el Cuadernillo básico para la prevención del suicidio. En mi opinión no ha tenido suficiente difusión, especialmente porque contiene información  importante en un formato simple e incluso interactivo que puede ayudar a quien lo lee a reconocer y enfrentarse a la ideación suicida propia o de algún ser querido en caso de ser necesario. Sin embargo, casi nadie lo conoce. El cuadernillo aborda cómo hablar sobre el suicidio, cuales son los factores de riesgo, de protección, las señales de alerta y, por supuesto, recomienda la búsqueda de ayuda profesional, entre otras cosas. Puede que se trate de una lectura obligada para todos, pues la depresión, el abuso de sustancias y las dificultades económicas, entre otras cosas consideradas factores de riesgo para el suicidio, son también realidades con las que muchos estamos en contacto. Eso da una especial importancia a saber cómo actuar si, por ejemplo, algún ser querido muestra señales de alerta. 


Tanto en  el cuadernillo como en casi cualquier otra fuente que promueva y difunda información para la prevención del suicidio, suele destacarse lo favorable que es hablar de él para poder evitarlo. Conversar sobre el suicidio, según indican, no provoca suicidios ni inserta la idea de suicidarse en la cabeza de las personas. Es una herramienta. Ayuda a desmentir mitos, aprender sobre la prevención y detectar casos de riesgo, así como a tratar con ellos. Por ello, el propósito más general de mi articulo es promover la conversación sobre el suicidio en el círculo filosófico con la esperanza de que se desarrollen ideas que den luz al problema. 

Metafísica y suicidio
Imágenes por Fernanda Muraira

Metafísica y suicidio

Desde la filosofía, el suicidio ha sido abordado en muchas ocasiones. Lo han tratado multitud de filósofos entre los cuales destacan, sobre todo, los Estoicos, pero quizá la obra filosófica más famosa en lo referente al suicidio es El Mito de Sísifo de Albert Camus. 


En esta obra, Camus sostiene que la cuestión más importante de la filosofía es la pregunta por el suicidio. Por lo tanto, antes de preguntarnos por las cuestiones metafísicas, deberíamos, como filósofos, responder si vale o no la pena seguir viviendo. Camus juzga que la pregunta por el suicidio es más importante que las cuestiones metafísicas, porque supone que la importancia de una cuestión se puede intuir basándose en los actos a los que obliga. La pregunta por el suicidio supone la posibilidad de suicidarse, de obligar al acto y, por lo tanto, es más apremiante que una cuestión metafísica que, en su magna abstracción, no podría obligarnos a mucho más que a retractarnos de una mala argumentación. 


Pero yo pienso que la metafísica tiene la misma, o incluso mayor, importancia  que la pregunta por el suicidio. Dado que estoy de acuerdo con él y creo que la importancia de una cuestión puede medirse por los actos a los que obligue, para recuperar la importancia por la pregunta metafísica, esta tiene que ser capaz de obligar o quizá evitar un acto tal como el suicidio. Si esto es posible, entonces Camus se ha equivocado y valdría la pena replantearnos el papel de la metafísica en las cuestiones más importantes de la vida, más ahora que existen tantos discursos filosóficos que pretenden haberla superado.


Lo primero que puedo señalar es que a la obra de Camus le pesa, desde el principio, un error importante. Por metafísica entiendo una idea o teoría del mundo o del todo, también puede pensarse como la idea de un estudio o investigación sobre la estructura última de la realidad. Camus indica antes de comenzar formalmente el libro que no hay ninguna metafísica interviniendo en él y que se trata únicamente de la descripción de un mal del ánimo. Sin embargo, la idea del absurdo, central en el libro, está permeada de metafísica y las conclusiones de Camus se siguen de una metafísica simple, pero muy particular, que presenta repetidamente a lo largo del libro.


Camus despotrica en contra de la metafísica a lo largo de todo el libro, sostiene que el mundo es irrazonable, paradójico y carente de sentido y de valor. Según él, la metafísica intenta dar con el conocimiento de la realidad, y en cada intento fracasa y vuelve a encontrarse con la irracionabilidad de la realidad. Cuando buscamos sentido a nuestra vida y nos damos cuenta de esta irracionabilidad, sentimos que nuestra existencia es absurda. No obstante, esta conclusión supone el conocimiento de al menos una parte constitutiva de la realidad: a saber, que es irrazonable. Se trata ya de una idea de mundo que si bien no es tan compleja como lo es la Ética de Spinoza, tan rebuscada como las diez categorías aristotélicas de la predicación del ser, o la lastimosa separación Kantiana de la realidad en fenómeno y noúmeno, es una idea de mundo, y por lo tanto una idea metafísica sencilla. Podemos llamarla metafísica absurdista. 


Además de ello, Sísifo es elegido por Camus para representar su empresa no solo porque está condenado a la absurda tarea interminable de empujar la roca, verla caer, bajar y volverla a subir eternamente, sino porque el absurdo requiere consciencia, y Sísifo es consciente cada vez que baja para volver a iniciar su eterna tarea de su tormento. Para Camus, la consciencia que sería el tormento de Sísifo es un triunfo y una victoria, puesto que puede elegir la actitud con la que se enfrenta a su tarea y, así, la hace suya. Esto quiere decir que la actitud de Sísifo es independiente de los hechos absurdos del mundo y él puede, por ejemplo, enfrentarse con alegría a lo absurdo de su tarea eterna. Hay un espacio más allá de los hechos concretos que permite a Sísifo ser feliz a pesar de todo. De este mismo modo, a quien esté permeado por lo absurdo, este espacio le permite enfrentarse a la vida con una extraña alegría que por lo tanto evita el suicidio. Esa es la solución de Camus. 


Ante todo, la metafísica absurda está compuesta por dos partes fundamentales, (1) de hechos concretos que tienen la cualidad de lo absurdo, y (2) de este espacio más allá de los hechos concretos en donde, de alguna manera, se localiza el ánimo, que permite enfrentarse al absurdo con espíritu alegre. 


Hacia los inicios del libro, Camus señala que el sentimiento de lo absurdo puede llevar a juzgar que no vale la pena vivir y luego al suicidio. En el caso de lo presentado por Camus, la sensación de falta de sentido y de absurdo surge de la contrariedad entre la constante búsqueda de los seres humanos por hallar sentido y la imposibilidad de encontrarlo por la irracionabilidad de la existencia. Lo que esto significa, basándome en que la idea de la irracionabilidad del mundo es una idea metafísica, es que hay una idea metafísica que suscita el sentimiento de lo absurdo. 


En el mismo planteamiento de Camus se encuentra ya la importancia de la metafísica.  La metafísica absurdista, por las características de su mundo, puede llevar a quien es afectado por ella a ver un mundo absurdo y en última instancia, al sentimiento de lo absurdo y una vida infeliz. A partir de ahí, como plantea El mito de Sísifo,  puede plantearse la pregunta por el suicidio (e incluso consumarse), o bien, como hace Sísifo, en ese espacio para un sentimiento más allá de los hechos concretos, ver al absurdo con otros ojos, encontrando en ello una victoria y una alegría. 


Así, lo que hace a la metafísica tan importante como la pregunta por el suicidio es que la metafísica puede contribuir tanto a la razón de la pregunta (en este caso a partir de un sentimiento absurdo) como a la respuesta de la misma (aquí, como un sentimiento o actitud ante los hechos), de manera que es igual de apremiante que ella y es inevitable en la cuestión. 


La metafísica como idea o teoría del mundo o del todo, podría, por ejemplo, sostener una idea opuesta a la de Camus, que consista en un mundo con valor y sentido claros, esto supondría una actitud distinta ante la existencia y probablemente evitaría una cuestión como un suicidio a causa del sentimiento de lo absurdo. Mi propuesta es analizar, con mayor extensión y profundidad, cuáles son los efectos de ciertas creencias metafísicas en la forma como percibimos el mundo y a nosotros mismos. Posiblemente con ello descubramos ciertas creencias metafísicas que favorecen a la prevención de actos graves, como el suicidio o ciertas otras que llevan a sensaciones de vacío y absurdo que pudieran provocarlo. 

Metafísica y suicidio
Imágenes por Fernanda Muraira

Referencias

Camus, Albert. 2016. El mito de Sísifo. (trad. Esther Benítez), Madrid: Alianza editorial.


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