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Pérdida catastrófica de presión en cabina: lo que un submarino nos puede decir sobre la ética de la creencia.

Rodrigo Alemán


OceanGate
Imágenes por Fernanda Muraira

En 1877, William K. Clifford creó un experimento mental en el cual le pedía al lector que se imaginara a un naviero, orgulloso dueño de un barco cuyo propósito era darles pasaje a inmigrantes. Se le habían hecho observaciones que ponían en duda la condición para navegar del barco. Ante estas observaciones, el naviero consideró detener los viajes por un tiempo indefinido, aunque éstos le implicarían un gran gasto económico. Sin embargo, ante el estrés y la incomodidad que implicaba toda esta evidencia, el naviero decidió calmar su duda y se convenció a sí mismo de la seguridad del barco y sus pasajeros. Por lo tanto, sin malicia hacia los pasajeros y con toda la fe de que la embarcación llegaría a su destino, cobró el pasaje y les deseo buena suerte a sus clientes. Poco después, el barco naufraga y se lleva consigo a todas las almas a bordo (Clifford, 1877). 

Clifford utilizó este experimento mental con el propósito de destacar que incluso si el barco no hubiera sufrido ningún accidente y hubiera completado otros cientos de viajes sin que ocurriera ninguna catástrofe, el naviero aún estaría cometiendo una falta ética. Pues su error no fue mandar a inmigrantes en un barco destinado a las profundidades del océano, sino más bien haber actuado sobre creencias injustificadas y a pesar de la evidencia que se le presentaba.

A 146 años de la publicación de este texto, el 18 de junio de 2023 el mundo se despertó ante la noticia de que un submarino, Titan, que se dirigía 4,000 metros debajo del mar a los restos del RMS Titanic, había desaparecido con cinco personas a bordo. Los pasajeros eran Shahzada Dawood, empresario pakistaní, junto con su hijo Suleman Dawood; Hamish Harding, empresario y aventurero británico; Paul-Henri Nargeolet, voz eminente en el tema del Titanic y buceo de aguas profundas y, finalmente, Stockton Rush, el fundador y dueño de OceanGate, la compañía responsable de los viajes turísticos al Titanic.

Tras su desaparición, inmediatamente se iniciaron los esfuerzos de búsqueda y rescate con la esperanza de encontrar a los pasajeros con vida. Todo esto con una ventana de tiempo de cuatro días de oxígeno dentro del submarino y un área de búsqueda enorme en condiciones difíciles de navegar. El 22 de junio, cuatro días después de su desaparición, se encontraron los restos del submarino a pocos metros del Titanic y se confirmó que el submarino implotó al no poder aguantar la presión hidrostática de las profundidades del Atlántico.

Mientras todo esto ocurría, empezaron a resurgir entrevistas hechas por Stockton Rush en donde resultó claro que la tragedia, más que un hecho causado por el azar, era una inevitabilidad cuya sorpresa solo fue que no haya sucedido antes. Parecería ser que el experimento mental escrito por William Clifford para advertirnos sobre la importancia de adoptar creencias sostenidas por evidencia suficiente dejó de ser una situación entablada en la virtualidad y se convirtió en una actualidad con consecuencias y víctimas reales. Ante esta tragedia, ¿qué lugar debería tener la responsabilidad epistémica en un mundo de innovaciones y avances científicos?


OceanGate
Imágenes por Fernanda Muraira

Mucho se podría decir, y en efecto se ha dicho, acerca de ciertos elementos del diseño de Titan como la decisión de que la única vía de comunicación entre el sumergible y el barco de donde partía fueran mensajes de texto; que la manera de manejarlo fuera un control de videojuegos conectado por medio de bluetooth o que fuera construido con fibra de carbono en lugar de titanio, el material más aceptado por la comunidad de buceo de aguas profundas. Sin embargo, todas estas decisiones tienen que ver con una filosofía epistemológica y científica que Stockton Rush defendió en repetidas ocasiones antes de su muerte.


Y no sé si fue MacArthur, pero alguien dijo: “te recuerdan por las reglas que rompes”. Y eso es un hecho. Había muchas reglas que no tenían sentido desde el punto de vista de la ingeniería. Tenían sentido en los años 60 y 70, y sin embargo, había toda una industria de personas que simplemente decían. “Oye, así es como se hace, nadie ha resultado herido en un submarino comercial en 35 años, son los vehículos más seguros del planeta”. Pero, ya sabes, hay un límite. En algún momento, la seguridad se convierte en un desperdicio puro. Quiero decir, si solo quieres estar seguro, no salgas de la cama, no te subas a tu carro, no hagas nada. En algún punto te vas a tener que arriesgar, y en verdad es una cuestión de riesgo/recompensa. Yo dije, “Pienso que puedo hacer esto igual de seguro rompiendo las reglas” [énfasis mío] (Pogue).


Por lo tanto, contestar la pregunta que se planteó más arriba implica no solo aceptar esta posición como una propuesta filosófica seria bajo el principio de caridad, sino que también requiere un análisis de sus fundamentos, puntos a favor y en contra. 

En primer lugar, vale la pena entrelazar la posición de Stockton Rush con la propuesta filosófica que Paul Feyerabend defiende en Tratado contra el método, propuesta que mejor se puede categorizar como «dadaísmo epistémico». En términos simples, el dadaísmo epistémico de Feyerabend dice que, para que exista un avance científico, la única regla es que no haya reglas.  El argumento de Feyerabend se sostiene en la idea de que:  


La descripción de todo hecho particular no sólo es dependiente de alguna teoría […], sino que además existen hechos que no pueden descubrirse si no es con la ayuda de alternativas a la teoría que ha de contratarse, y que dejan de estar disponibles tan pronto como se excluyen tales alternativas. (Feyerabend, 2003, p. 22).


En otras palabras, la teoría dominante en un determinado campo de la ciencia y la tecnología sirve como una especie de filtro para el científico. La evidencia que se le puede presentar no es independiente de su metodología, sino más bien la metodología es condición de posibilidad para que la evidencia se encuentre. Por lo tanto, para encontrar nueva evidencia, para innovar, es necesario cambiar de metodología, esto es,  de romper las reglas.

No hay mejor vínculo entre Feyerabend y OceanGate que una publicación de 2019 en su página web titulada Why isn’t Titan Classed? Como contexto, la convención marítima dicta que todos los navíos sean clasificados por una agencia independiente que verifique su concordancia con las prácticas de la industria, principalmente, en temas de seguridad. Ahora bien, como indica el título de la publicación, el controversial submarino no fue avalado por ninguna agencia y por lo tanto no estaba clasificado. La razón que la compañía turística daba explica que: 


Cuando OceanGate fue fundada, la meta era perseguir el nivel más razonablemente alto de innovación en el diseño y operación de un sumergible tripulado. Por definición, la innovación se encuentra fuera de un sistema ya aceptado. Sin embargo, esto no significa que OceanGate no cumpla con los estándares donde se aplican, pero sí significa que la innovación a menudo se sitúa fuera del paradigma existente en la industria (OceanGate).


En otras palabras, Oceangate era tan innovador que los mecanismos aceptados por la industria no estaban lo suficientemente actualizados como para poder clasificar al submarino.

Es en esta cuestión en donde se encuentra la tensión entre la innovación y la responsabilidad epistémica. La tesis principal de William Clifford, que «está mal siempre, en todas partes y para cualquiera, creer en cualquier cosa sin evidencia suficiente» (Clifford, 295), es mutuamente excluyente de la tesis de Feyerabend y por lo tanto a la de Oceangate. Para encontrar evidencia suficiente hay que creer primero. De lo contrario no podría haber innovación. 


OceanGate
Imágenes por Fernanda Muraira

Ahora bien, regresemos a la desaparición e implosión de Titan. Se puede decir que Rush tenía una genuina creencia en la seguridad del submarino y que la decisión de fabricarlo con fibra de carbono representaba un avance tecnológico positivo dentro de la industria. No hay que fijarse más allá de su disposición de ser parte de la tripulación que viajaba en el submarino para estar razonablemente seguros de la autenticidad de su creencia. Sin embargo, incluso si se acepta la tesis de Feyerabend y de OceanGate sobre el avance científico, ¿deberíamos aceptar la muerte de cinco personas como el penoso precio que se pagó por la innovación?

Más allá del valor epistemológico ––o carencia de éste–– de crear un submarino capaz de transportar a cinco personas y hacer viajes turísticos económicamente viables al Titanic, me parece que la cuestión no recae en si se deberían romper reglas o no, de salir de la seguridad de lo que conocemos con tal de encontrar lo que aún no hemos aprehendido o tratar de mantenernos en tierra firme. Las verdaderas preguntas que se deberían plantear deberían cuestionar qué reglas se rompieron para que murieran cinco personas, y qué tan necesario era romper dichas reglas con tal de llegar a la innovación que OceanGate planteaba. En otras palabras, la responsabilidad epistémica no implica solamente sostener creencias suficientemente fundamentadas, sino más bien en estar conscientes de qué creencias aún requieren de evidencia suficiente y que esta realización influya en la manera en la que nuestras creencias en proceso de fundamentación nos llevan a actuar. 

El problema con Oceangate y Stockton Rush no fue creer que su submarino pudiera llegar a las profundidades del Titanic. El problema fue dejar que esta creencia sobreextendiera sus límites y se le vendiera a turistas, efectivamente convirtiéndolos en conejillos de indias. Incluso al aceptar el argumento de Feyerabend, romper las reglas en busca de la innovación podría simplemente significar el hecho de creer en la efectividad de la fibra de carbono en condiciones extremas de presión hidrostática, incluso cuando el paradigma parece tener certeza de que el titanio es una mejor opción, e investigar si este es el caso o no. Esto, por sí mismo, no implica una falta de responsabilidad epistémica. 

Sin embargo, el problema verdadero fue que Oceangate utilizó el dadaísmo epistémico como una justificación de sus creencias por sí mismo. Fue una herramienta retórica que sirvió para atenuar la duda que planteó la comunidad marítima y, al mismo tiempo, fungió como un método para convencer a posibles clientes e inversionistas de la compañía. Al final del día, la muerte de los cinco pasajeros no ocurrió en el nombre de la innovación sino, más bien, por confundir a una metodología que busca evidencia suficiente con la evidencia suficiente misma.

Los resultados de este error epistémico se vieron claramente en el caso de Titan y Oceangate, sin embargo, también nos habla de un problema mucho más amplio dentro de toda la comunidad epistémica. Es decir, para todos y cada uno de nosotros. Al vivir en un mundo rico en información, la posible justificación de nuestras creencias y preconcepciones se encuentra a una barra de búsqueda de distancia. Si a esto se le agrega una cultura obsesionada con la innovación, ya sea tecnológica, teórica o social, el resultado puede fácilmente desenvolverse en un relativismo en el que todos tienen creencias “justificadas” que se contradicen entre sí y cuya solución sólo puede acabar o en una cultura de “pues cada quién” o, en el peor de los casos, en tragedias fácilmente prevenibles. Una simple, sino humilde, aportación a este problema contemporáneo es la siguiente: no confundamos la metodología con la evidencia.






Bibliografía:

Clifford, William K. “The ethics of belief”, En Contemporary Review, núm. 29, (diciembre 1876-enero 1877): 289-309.

Feyerabend, Paul. Tratado contra el método. Traducido por Diego Ribes. Madrid: Tecnos, 2003.

OceanGate. Ver_Oceangate, Why isn’t Titan classed?, Internet Archive. https://web.archive.org/web/20230621031147/https://oceangate.com/news-and-media/blog/2019-0221-why-titan-is-not-classed.html (consultada  el 12 de febrero de 2024).


Pogue, David. Ver_ David Pogue. OceanGate CEO Stockton Rush talks Titan sub’s design, carbon fiber hull, safety and more in 2022 interviews. CBS News. https://www.cbsnews.com/news/titanic-submersible-interview-transcript-with-oceangate-ceo-stockton-rush/ (consultado el 12 de Febreo de 2024).





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