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The First of Us: sobre el fin del mundo y los hongos

Cass Arellano González

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Hace más de mil millones de años, dos reinos se separaron para seguir cada uno su propio camino. Uno se propagaría por el mundo con una red intrincada de información e intercambio y al ocupar una gran porción del planeta, creó relaciones únicas con otros reinos e hizo notar su presencia. El otro reino también exploraría el planeta, pero su presencia no sería tan notable. Peor aún, un pequeño grupo de dicho reino tomaría el mundo entero como si fuera suyo, sin saber que había un reino entero bajo sus pies que en cualquier momento estaría listo para demostrarle a esta pequeña tribu su verdadero poder. Esta es la historia de hongos y humanos.

Hoy los hongos parecen estar de moda, en gran parte gracias a un video juego que es ahora también una serie de televisión titulada The Last of Us (TLOU). La trama de la serie es sencilla: una especie de fungi, el Cordyceps, ha evolucionado a tal grado que es capaz de controlar el cuerpo de los seres humanos. Esto trae como consecuencia una pandemia, en donde los infectados se transforman en criaturas similares a un zombi cuyo objetivo es propagar el fungi a otros seres humanos. Esta horripilante pandemia causa el colapso de la sociedad y la muerte de miles de millones. Joel (Pedro Pascal) es asignado a proteger a Ellie, una niña que parece ser inmune a la micosis, y llevarla a un lugar seguro. Es a través de los ojos de Joel y Ellie que nos enfrentamos a un mundo que muches llamarían apocalíptico. Un mundo lleno de destrucción, muerte y millones de personas que luchan violentamente para sobrevivir. No es difícil ver cómo alguien podría llegar a llamar esta pandemia de Cordyceps el fin del mundo.

Sin embargo, si realmente ponemos atención a los alrededores de Joel y Ellie, lo que parece ser un infierno lleno de muerte y destrucción, en realidad se trata de un mundo cubierto de vida, de la creación de una enorme red a través de la cual organismos se comunican y se ayudan a crecer mutuamente. El problema, aquello que parece cegarnos ante este mundo casi paradisíaco, es que la vida que florece en este mundo no es la vida humana, sino la vida de las plantas y el fungi. Para unes, el mundo de TLOU podría reflejar las ideas que se tienen del apocalipsis, pero para los hongos, tan solo parece ser el principio.

Creo que es importante en este punto aclarar lo que este artículo es y aquello que no es. Aunque he de admitir que a mis palabras se le han filtrado ciertas esporas misántropas, este artículo no es la celebración del colapso de la humanidad en el universo de la serie. No creo que lo mejor para este planeta sea que todos los humanos muramos en una pandemia, o que la pandemia por la que estamos pasando actualmente esté “sanando” al mundo. Este artículo es una invitación a reinterpretar la manera en la que pensamos el fin del mundo y las existencias no humanas.

Hay momentos en los que llego a pensar que el fungi es lo opuesto de lo humano. El fungi es un organismo sigiloso que esconde la mayoría de su cuerpo bajo tierra. Los únicos momentos en los que éstos se hacen notar es a través de los hongos, los cuales son tan solo una pequeña parte de sus inmensos cuerpos. En contraste con el humano, no tiene una obsesión con la individualidad, en realidad es la ausencia de ésta la que ayuda al fungi a sobrevivir. Prospera gracias a las relaciones simbióticas que mantiene con otros organismos. Las plantas en especial mantienen una relación muy cercana con ellos y se ha postulado que los primeros sistemas de raíz que tuvieron las plantas prehistóricas en realidad se trataban de fungi. Esta relación no parte de la bondad del corazón del fungi (el fungi no es ni bueno ni malo, tan solo es), simplemente es la manera en la que sobrevive. Además, el fungi no tiene un plan corporal claro, las redes de micelio crecen hacia varios caminos simultáneamente, no hay una sola dirección, un centro.

Al tomar todo esto en cuenta, no es difícil ver porque TLOU representa al fungi de manera tan monstruosa. Parece ser que estos organismos atentan contra todos los contornos con los que hemos trazado la realidad, sobre todo la manera en la que hemos planteado las formas con las que nos relacionamos entre nosotres y con otros organismos. Sin embargo, una de las maravillosas cosas de The Last of Us (lo cual ya es decir mucho porque tanto el juego como la serie son de lo mejor que hay en su medio) es enseñarnos cómo el fungi no es el antagonista, sino la manera en la que los humanos reaccionan ante la crisis que están enfrentando. La pandemia fungi es tan solo el contexto en donde los humanos revelan sus tendencias violentas y destructivas.

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No considero que lo que deberíamos hacer es desplazar nuestra forma de existir a una existencia fungi, intentar mimetizar al fungi es buscar transformarse en los infectados de TLOU. No se trata de sustituir una forma de vida por otra, honestamente creo que los humanos ya hemos intentado esto suficientes veces. De lo que se trata es de darnos cuenta de estas distintas formas de existir, de darnos cuenta de que el contraste entre la lucha de supervivencia de Joel y Ellie y el mundo lleno de vida por el que caminan, nos demuestra que el fin del mundo puede pensarse de distintas maneras. En TLOU el fin del mundo humano da lugar al principio de un mundo fungi, o mejor dicho, a la revelación de un mundo fungi, su transformación y crecimiento. Un reino cae, el otro se expande, cada uno por sus propios méritos y fallas.

La crisis ambiental actual hace que la posibilidad del fin del mundo se sienta cada vez más presente, pero honestamente no creo que podamos realmente plantar una solución sin antes cambiar la manera en la que entendemos la idea del fin del mundo. Tenemos que empezar a concebir el día final fuera de un marco antropocentrista, pensar en las maneras en que las circunstancias afectan a otros organismos, considerar de qué formas nos relacionamos con ellos y qué consecuencias tienen estas relaciones. El fin del ser humano no es el fin del mundo, otros reinos crecerán en su lugar, pero el fin del mundo si es el fin del ser humano.

Ya no es posible pensarnos como un reino aislado, como los únicos que viven en este planeta. TLOU nos enseña un mundo apocalíptico donde la sociedad ha colapsado, un mundo donde fungi y la vida vegetal próspera sobre las ruinas de un imperio imperfecto, y lo que esto nos demuestra es que no estamos soles, qué hay algo más habitando este planeta, algo con lo que tenemos que aprender a vivir.

Podemos nosotres ser les primeres en empezar a vivir en un planeta fuera del marco antropocéntrico (e incluso animal céntrico) donde empezamos a coexistir con distintas formas de existencia, o podrán ser los hongos los primeros en cambiar el planeta y no hay garantía de que sea un planeta donde nosotres prosperemos.

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